domingo, 2 de julio de 2006

La Muerte del Chulín

Narración escrita por Juan arcaya Chaparro ("Chanchote") y Extraída del libro "Tococuentos II"
"Chulín" era un chatito que vivia al lado de "La Chillán". Nosotros en Cienfuegos, al lado del garaje de los Gueny y frente a la "Glamour", la peluquería de doña Norma Farías, la mamá del Pimbi y el Pelao Iguar.
En nuestra casa teníamos un perro que le pusimos "Chulín", precisamente por el "curaito".
Al lado nuestro vivían los Rojas, los nietos de Melaneo de los pulpos.
Un dia encontraron muerto a nuestro perro y como lo querían tanto, se pusieron a llorar inconsolablemente en la calle.
Del frente cruzaron dos "curagüillas", para preguntarles el motivo de su llanto y los niños repetían una y otra vez: ¡¡ Se murió el Chulín!!, ¡¡ Se murió el Chulín!!.
Los "curaos" se miraron sorprendidos y se fueron a la quinta de los Miranda, que estaba en la esquina de Sucre al frente del Patronato de la infancia a comprar un ramo de flores.
Los dos amigos, tristes por la noticia que habían escuchado, se fueron inmediatamente a la casa de su compadre que había fallecido.
Es de imaginar la sorpresita que recibieron, cuando después de golpear la puerta, se les apareció el "Chulín".
Salieron corriendo y se les espantó hasta la "cura" pensando que era su amigo que los estaba penando.
"Chulín" los alcanzó en "La Chillán" y les preguntó qué les pasaba porque no entendí nada. Primero por las flores y después por haber salido arrancando.
Sus amigos mientras lo tocaban, le decían ¡Pero si tu "estai" muerto! ¿Y Dónde sacaron esa lesera?. Nosotros en la calle vimos llorar a unos niños y lo único que repetían era ¡¡ Se murió el Chulín!!
¡¡Par de Huevones!!, el Chulín que se murió fué el perro de Chanchote y Coto coto que viven a la vuelta.
El funeral de Chulín
Todo esto ocurrió el año 1961. El Coto y yo perteneciamos a la banda y la gente recordará que los jueves, tocábamos una retreta en la plazoleta que queda frente a la Escuela No 1.
Bueno, al otro dia teníamos que tocar en el estadio Municipal y para no llevar los instrumentos a la casa del maestro Olivera -que quedaba en Matta al lado de la "aguada"-, se optó para que quedaran en nuestra casa. El viernes, que el dia que murió nuestro perro, teníamos que enterrarlo y lo íbamos a hacer en el patio de nuestra casa.
Se me ocurrió que nuestro "quiltro", tenía que ser sepultado con honores y nada menos que con la banda de músicos.
Construimos un carrito con ruedas, pusimos una sabana blanca y arriba nuestro perro.
A los hermanos Rojas les pasé: Al "Yayo" la caja y al Pelao, el bombo con los platillos incorporados; el Coto con su trompeta y yo con el trombón. Nuestro perro era el más viejo y tenía 14 años, los demás de 12 para abajo.
Nuestro patio era bastante largo, chocaba con el patio de la Compañia de Teléfonos que queda en Manuel Rodriguez y por lo menos de fondo tenía como 60 metros.
Otros niños del barrio que se incorporaron tiraban la pequeña "cureña", nosotros atrás partimos tocando la "Marcha fúnebre".
Llegábamos hasta el fondo y nos regresábamos con el perro.
Yo creo que habremos dado como veinte vueltas por lo menos.
A todo esto muchos vecinos del sector, al escuchar los compases fúnebres, pensaron que era un funeral de una persona importante y corrieron a "sapear" a 21 de mayo.
Por bastante rato, esperaron el funeral y no aparecía ni la carroza ni la banda.
Los vecinos comenzaron a mirar por sus patios el ingenioso funeral que habiamos preparado y con don Cotito siempre recordábamos al Nico y Dinko Luksic, (hermanos de la Dobrita) encaramados en las calaminas del cierre del patio de su panadería. Los mecánicos de los Gueny, la familia Carriel, a los funcionarios de la Compañia de Teléfonos y tantas otras personas que gozaban al observar y escuchar, cuando de la marcha fúnebre cambiabamos a ritmo de "Jazz" y bailábamos alrededor de nuestro perro.
Rápidamente se corrió la "bola", que eran los hijos de la señora Guirnalda quienes estaban enterrando a su perro en el patio de su casa. Yo creo que, habrán sido unas dos horas que "tandeamos" con el funeral y que bien merecido se lo tenía nuestro querido perro "Chulín".

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