Recuerdo que en aquella época el viaje habia que hacerlo en tren, saliendo éste desde la estación de Tocopilla a María Elena y de ahí a Chacance para luego hacer transbordo y tomar el "Longino" que venía desde Iquique hacia el sur.
La despedida de los estudiantes era todo un acontecimiento, mezcla de alegría, pena y esperanza, alegria juvenil por la partida hacia otros horizontes, pena de los padres y familiares por el alejamiento de sus hijos, de esperanza por la búsqueda de un futuro para abrirse camino en la vida en el campo profesional, lo propio ocurría a quienes viajaban a la Escuela Normal de Copiapó.
¿Cuántos fuimos los que emprendimos la aventura llenos de ilusiones y esperanzas?... ¿Cuántos fueron los que lograron su propósito?... ¿Cuántos quedaron en el camino?... aún que ello no importa, lo que sí importa, es que hicimos el intento y que luego entregamos a nuestro pueblo el bajage de conocimientos adquiridos en aulas estudiantiles lejos fisicamente de nuestro terruño, pero con el corazón y pensamientos puestos día a día en nuestro añorado Tocopilla.
Los logros alcanzados en la enseñanza superior, debemos agradecercelos en gran medida a los maestros que en las escuelas primarias tocopillanas nos entregaron los conocimientos fundamentales para abrirnos un camino de superación que finalmente nos hicieran hombres útiles a la sociedad, unos en el terruño, otros en industrias o reparticiones en otras ciudades del país y más de algunos en el extranjero.
Cualquiera haya sido el rumbo que tomamos en nuestras vidas, hay una cosa cierta, somos hijos de Tocopilla y cada vez que retornamos a sus calles, nos viene a la memoria el recuerdo indeleble de nuestra escuela primaria y con ellos nos llega un profundo sentimiento de gratitud hacia quienes fueron nuestros guías en la niñez, nada es más justo y merecido que estas lineas sean dedicadas a los maestros que fueron los formadores de tantos ciudadanos de bien, a lo largo de sus vidas de educadores.
Pronto entraremos al tercer milenio y los maestros seguirán siendo los guías de las nuevas generaciones que enfrentarán un mundo más moderno, dinámico, exigente y competitivo pero menos solidario.
Gracias maestros por haber fundido en el crisol de la escuela primaria, a tantos hombres y mujeres que han entregado su aporte al desarrollo y progreso de la tierra que los vio nacer y que jamás han olvidado.