sábado, 12 de agosto de 2006

El aumento de vehículos motorizados obliga al municipio a dictar nuevas disposiciones sobre el tránsito público

Artículo originalmente publicado en la "Historia de Tocopilla" de Juan Collao Cerda, página 326, la fotografia fué sacada del libro de Giovanna Rossi titulado "Tocopilla, reseña histórica y Desarrollo urbano".
El 19 de Octubre de 1929, la Municipalidad procedió a dictar una nueva reglamentación de tránsito, acorde con las exigencias de la época, con el objeto de organizar en forma adecuada la circulación de automóviles y, en general, de toda clase de vehículos que iban paulatinamente aumentando en la ciudad.

El paradero de los autobuses, conocidos con el nombre de góndolas quedó ubicado en calle 21 de mayo, entre Cienfuegos y Rodríguez, de donde partían cada cinco minutos rumbo al sur, siguiendo por 21 de mayo hasta la calle San Martín, donde doblaban hacia Prat con el fin de toar el camino hacia la Villa Covadonga, pasando por las calles Riquelme, Latorre, Balmaceda y Juan Rafael Allende de la Colonia.

En Villa Covadonga el paradero de los microbuses estaba situado en un costado de la Pulpería de la Calle Exploration, de donde regresaban cada cinco minutos el puesto. En la Colonia llegaban hasta la calle Riquelme de donde pasaban a la calle Prat, subían por Sargento Aldea, doblaban hacia 21 de mayo para doblar nuevamente por San Martín hasta la calle Sucre. Al llegar a esta arteria los microbuses seguían rectamente hacia el norte hasta llegar a la calle Cienfuegos, de donde pasaban a 21 de mayo para llegar nuevamente al paradero.

Para el resto de los vehículos, se había dispuesto que el tránsito de norte a sur, sería exclusivamente por calle 21 de mayo desde O’Higgins hasta San Martín.

El tránsito de sur a norte, exclusivamente en la calle Sucre hasta la calle O’Higgins.

La subida de mar a cerro sería por la calle Sargento Aldea entre 21 de mayo y Sucre por San Martín, entre 21 de mayo y Prat.

En las otras calles de la ciudad se autorizaba transitar en distintas direcciones.

Los autobuses podían detenerse antes de cruzar las bocacalles, cuando hubieran pasajeros esperando la movilización, estando prohibido detenerse en cualquier otro punto de las calles, que no fueran los paraderos señalados.

El estacionamiento de los autos de arriendo estaba limitado al número de carros autorizados, en la siguiente forma:

Paradero de 21 de mayo, esquina Freire, lado mar, hasta 3 automóviles.

Paradero de Washington esquina 21 de mayo, lado norte, hasta 3 automóviles.

Paradero de Colón esquina 21 de mayo, lado norte, hasta 3 coches.

Paradero de Anibal Pinto esquina 21 de mayo, lado norte, 3 vehículos.

Paradero de Bolívar esquina 21 de mayo, lado norte, 3 automóviles.

Paradero de Baquedano esquina 21 de mayo, lado norte, 4 coches.

Paradero de 21 de mayo pasado Serrano, lado mar, 4 vehículos.

Paradero de Sucre esquina Anibal Pinto, lado poniente, 4 automóviles.

En los paraderos los vehículos debian quedar estacionados a ocho metros de distancia de la esquina.

Mientras que los estacionamientos más importantes eran del lado sur de 21 de mayo, por concentrar la mayoria de oficinas públicas y el comercio mayorista; los paraderos Washington y Freire cobraban animación nocturna por quedar próximos a los burdeles, casa de cena, restaurantes y piezas para alojados.

En cuanto al servicio de pasajeros a la pampa, los autos salían de las oficinas del diario “La Prensa”, a las 8 de la mañana y regresaban a las 4 de la tarde. El valor de los pasajes a María Elena era de $20.00 y a José Francisco Vergara $25.00. Ida y vuelta a “María” valía $30.00 y a Vergara $40.00.

En 1931 el recorrido se amplió a Pedro de Valdivia con un valor de $30.00 de ida y a $50.00 ida y vuelta.

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