sábado, 17 de junio de 2006

En la Caleta de Duendes

Extracto de la publicación del centro hogar tocopillano de Antofagasta Número 6 de 1985, escrito por Juan Montecino Parra.
Carlos Sander, el poeta, periodista, diplomático y prosista, que después de haber recorrido el mundo, quiso descansar en su patria, llegó a estas tierras nortinas en busca de inspiración. Y para ello recorrió todo el norte grande y en especial las zonas del cobre y del salitre. Producto de esta gira fue su libro que tituló: "Entre la Pampa y el Mar".
Con gran belleza poética se refiere -en su libro- al puerto de Tocopilla. Sus fraces y sus pensamientos son fruto de su fascinante retórica. "Hay un momento -principia diciendo- en que la maravilla y los embrujos misteriosos poseen al caminante. Cuando se detiene en la senda que cruza y se figura que puede tocar con sus manos extendidas dos pétalos telúricos: el desierto y el mar.
Hemos salido hace ya mucho tiempo, desde la oficina María Elena, dejando atrás la actividad que bulle en la industria salitrera, por la cual hemos caminado largamente, tactando su costra calichosa y mirando los modernos procedimientos de extracción y elaboración del mineral.
Viajeros solitarios, hemos marchado contemplando pampa y cerros grises, tan cercanos, que parecen próximos a nuestras manos.
Nos devuelven las miradas con su mudez solemne, que encierra tantos minerales, que hombres esforzados vendrán a buscar durante años y siglos... Ahora caminamos por las calles del puerto de Tocopilla que nos parece una perla, un caracol colocado en la frente radiosa del Norte Grande.
La historia de Tocopilla -continúa diciendo Carlos Sander- viene desde aquellos tiempos de la Colonia, cuando por sus tierras caminaban los residentes de la época, los "Changos" que se agrupaban en tribus casi bárbaras y seminómadas y los que se extenderían más tarde por la costa del Norte de Chile hasta el rio Maule.
Eruditos en la historia del norte como Isaac Arce y educadores como don Gerardo Aravena nos han hablado de la riqueza histórica de Tocopilla, recordando las luchas que cumplió su fundador don Domingo Latrille, que fue el primer hombre que se preocupó de este puerto y de fundarlo.
El era Cónsul de Francia en Cobija y habia descubierto los yacimientos de guano en Mejillones en 1842, año en que se trasladó a la Caleta de Duendes, como se llamó Tocopilla... Seguimos en el reino del salitre, porque aquí nos encontramos con el mineral que llega desde la pampa para ser enviado al exterior".
Hace enseguida el escritor periodista, una larga exposición sobre como se embarca el producto a los barcos y como se va apertrechando el puerto del mineral para tenerlo listo en el preciso momento de ser colocado en las bodegas de las naves. Igualmente se refiere a la construcción del muelle mecanizado y del beneficio que este aporta a la industria salitrera. Por último al poner término a su párrafo sobre Caleta Duendes, Carlos Sander emocionado escribe:
"Uno de los barcos que vino a cargar salitre, se ha ido alejando. Sus bodegas van llenas del "Oro blanco" que vino a buscar.
Lo lleva a lejanas tierras. Mientras contemplamos la nave que se va difuminando junto al atardecer, pensamos en los abiertos eriales extranjeros, que están esperando al nitrato chileno, para enriquecer su cuerpo telúrico.
Y nos emocionamos, junto a la tarde marina, como cuando escuchamos algún himno patrio, o cuando alguien muy amado nos susurra palabras de ternura.
Es que el salitre es Chile y lleva con su presencia, toda la fuerza de nuestra raza. Al incorporarse su sal a otras tierras, todos los nacidos en Chile nos mezclamos un poco con las tierras lejanas donde el salitre hará que el pan hecho del alto trigo tenga un sabor maduro y chileno.

La Fotografía fue escaneada personalmente desde un numero especial del diario "La Prensa".

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